#VL22: cacería de imágenes

Buena parte del periodismo se nutre de un binomio clásico: la unión de dos talentos que tienen por misión relatar un fragmento de la realidad: el reportero y el fotógrafo. Uno lleva las palabras, el otro las imágenes. El cambio en los lenguajes de los medios ha puesto en peligro de extinción a los primeros, mientras que los segundos viven su momento de gloria. Las acreditaciones más peleadas son hoy por hoy las de foto y en Vive Latino se disputan una llave maestra: el ‘laminado’.

Hoy, la mayoría de la gente carga con una cámara en su bolsillo y aplicaciones para convertir esas fotos, casi todas malas, en una pieza más o menos decente; situación que ha originado una suerte de menosprecio del fotoperiodismo. Yo siempre tuve una pésima vista, así que me tocó aprender a escribir, pero en el camino he trabajado y aprendido muchísimo de quienes congelan el mundo con un disparo.

Que la cámara hace todo, que la edición es una trampa y que casi cualquiera podríamos ser fotógrafos son tres de las mentiras más comunes que circundan al fotoperiodismo. La idea cambia cuando consideramos todo lo que hay detrás de una buena fotografía: la atención para disparar en el instante correcto, la decisión de un plano, los elementos que vivirán dentro del encuadre, el peso de las cámaras, lentes y demás artilugios que cargan.

Ser fotógrafo de conciertos implica todo eso y algo más: saber qué es lo que está ocurriendo en el escenario es esencial, pues un momento clave podría pasar desapercibido para quien no tiene ni idea de la historia que está presenciando. Tener la sensibilidad justa para ser invisible también forma parte del trabajo, pues una cámara frente a nosotros, cuando estamos en el punto más alto de cualquier emoción podría estropearlo todo.

En Vive Latino, el trabajo de fotógrafo es muy intenso, pues no solo implica correr de un escenario a otro y estar lo más avispado posible para capturar los momentos debajo y arriba de la tarima: también significa vaciar memorias, editar, entregar y estar pendiente de unas cosas llamadas shot lists -una lista ideal de las tomas-, mismas que genera alguien que difícilmente puede hacer una selfie -yo, por ejemplo-.

En fin… no quiero marearlos, solo decir que aprecio mucho la labor de las compañeras y compañeros fotógrafos. Sirva esta publicación para hacer justicia a su labor. Aquí una selección personal de seis fotógrafos con los que tuve el gusto de trabajar en #VL22: César Vicuña, José Jorge Carreón, Liliana Estrada, Lulú Urdapilleta, Víctor Fuentes y Zeus López. Cada uno tiene su propio estilo y propone una mirada distinta; cada cual relata nuestras historias desde atrás de sus artefactos… ahí van…

César Vicuña

José Jorge Carreón

Liliana Estrada

Lulú Urdapilleta

Víctor Fuentes

Zeus López


¿Quién fue su ojo favorito?

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